la vida que quiero #reflexión

 

A veces me da por pensar con la cabeza y por resetearme observando dónde estoy.
Siempre pienso que me queda poco y anoto y fotografío lo que he hecho, a pie de foto añado notas epilépticas sobre la enseñanza o el porqué me dio por vivir en agujeros.
No nos damos mucha cuenta, de que tan sólo somos la imagen que ven de nosotros.
Tú te crees que eres tú. Yo para ti no soy yo. Siempre buscamos aceptación y hay personas que confunden esa cosa con amor. Dame 1000 likes y estoy más buena. Me aman.
Desenvolvemos automáticamente unos personajes, según el decorado, para meternos en la imagen del sex-symbol de temporada. Ámame.

Partiendo de esa base, la falta de realidad es absoluta entre nosotros. Nos vendemos.
Supongo que algún despistado estará pensando: ‘Yo no, yo siempre voy de cara, me muestro como soy y al que no le guste que no mire’. Bien por ti, embustero.
Tengo otra base, ésta es de mi propio blog; y volviendo a partir de esta otra nueva base, os digo, que estés al lado que estés de la pantalla, lo único exigible para disfrutar de las cosas que escribo, es estar en pelotas. Me vale que des a ‘like’ si llevas la chaqueta puesta, por hacer ruido, para inflar mi ego, o para hacerme pensar que os gusta lo que escribo.
Pero mejor si venís en pelotas, porque el núcleo de lo que escribo es el reconocimiento de verdades que se clavan, verdades que solemos intentar esconder tras esa ropa tan mona, esa sonrisa sincera, o el orgullo de creer que somos lo que nos creemos al esconder nuestras debilidades. Puro Fotoshop. Quizá esa es la razón por la que cientos de personas se miran al espejo para repetirse a diario que son unos triunfadores. Para creerse la careta, y arrasar en este mundo regido por la más absoluta estupidez, y por un cúmulo de peldaños a los que ascender, empujando sentimientos al vacío; despreciando toda su ancestral sabiduría.

En general, eso es lo que mejor funciona para ser un occidental aburguesado ignorante de todo -que es a la postre lo que te permite vivir contento, mirando tu ombligo por comparación con el del vecino del quinto-. Es la opción que nos inoculan.
En el ascensor, comentando estupideces climatológicas -más que obvias teniendo en cuenta la época del año-, nos imaginamos en el valle de nuestros orgullos y nos retamos:

‘Yo soy más digno, yo tengo, y tengo, y tengo y me suscribo y contrato y me aseguro a mí y a los míos; y de seis terminales, tres son iPhone’.

Lo normal es poder soportarlo, poder vivir estrangulando sentimientos, y lograr un peldaño medio en el que nada ‘malo’ puedan decir de tu familia en el pueblo, las orondas clientas de la carnicería.
Los hay que no. Los hay que no podemos. Me revientan los retoques.
La única enseñanza que puedo vislumbrar del tiempo que he vivido colgándome de grúas y cornisas, es que vivir cerca del abismo fue la única manera de intentar luchar y revelarme contra una vida que nunca quise vivir de esa manera. No critico.
Un día escribí, que es muy complicado no gritar ‘¡amén!’ y levantar los brazos, cuando estás en un templo con cien personas que lo hacen; aunque tú hayas caído en ese lugar por otro motivo; quizá ibas sólo a pedir un cigarro, y acabaste gritando amén con la manada para sentirte uno entre ellos.

A nadie le voy a decir cómo vivir, aunque recomendaría que os dejarais sentir sin repetiros estupideces en un espejo. La voz y el ojo interior, como su propio nombre indica, está en el interior, no en un reflejo. No es un consejo. No puedo decir que me ha ido bien, pero siento hacia mí algún pequeño orgullo; y me di dos besos cuando después de un año, salí de una comuna Evangelista sin haber rezado a nadie ni a nada en lo que no creyese cuando entré: Nada.

Me la sopla ser diferente. Que me sonrían con superioridad los empotradores, mirándome con sus chicas de silicona cuando al encender las luces de la sala en que se proyectó: ‘El hijo de la novia’, yo continuaba en un paño de lágrimas. Hace mucho tiempo ya desde que me enfrenté al padre de todos mis padres y salí por la tangente.
Hasta mi chica, en el cine, miraba hacia otro lado.
Qué absurdo, pensé yo. Que absurdo, pensaron ellos.

Yo soy el triste, ese que dicen que desprende una cautivadora belleza en el alma, pero al que la inmensa mayoría nunca ve. Siempre va solo, igual por eso es que va triste… o por ver el desperdicio de mundo que nos han construido. No lo sé. La irrealidad me supera.

Jamás aconsejaría mis vidas, las hay mucho mejor y más cómodas en los bloques de oficinas; sólo digo, que desde que maté al niño miedoso, la única constante en mi vida hasta hoy, la única decisión adulta y mantenida, ha sido renegar de vuestra amanerada forma de vida. Ni puedo, ni he podido; estoy absolutamente impedido bajo pena de muerte cerebral para vivir así, por eso revelarme no tiene ningún mérito. Sólo hago lo que puedo.

Y después de mil suicidios, sigo siendo diferente. Leo, escribo, compongo, sobrevivo, bailo, me emborracho, lloro, amo, río… ‘eso es bien’ -pensaréis. Sí, es ‘muy bien’ como dice mi sobrino el greñudo; te va ayudando a conocerte y a abrir cajones nuevos llenos de cosas de ti.

Es muy guay, eres muy guay, la vida debería ser como piensas, libertad, desnudez y falta de complejos…Lo malo es que te empuja a rechazar muchos trabajos, a muchas personas y a muchas situaciones. Nada es gratis, coger un camino dinamita los demás.

Todos estamos de acuerdo, pero yo y los míos siempre nos quedamos solos.

 

 

la vida que quiero #reflexión

12 comentarios en “la vida que quiero #reflexión

  1. Tu y los tuyos siempre se han quedado solos… (soy de esos, de los solos…)

    Tantas cosas interesantes en este escrito…

    Desnuda, sin máscaras, descalza… esa es mi lucha. Y el mundo se cae a pedazos si eres así, y caminamos entre los escombros muchas veces sintiéndonos culpables.

    Estar entre cientos y sin convicción no hacer lo que otros hacen… es es una lucha encarnizada, he estado, o estoy allí.

    Estas mal! Quizás la frase que quien «está bien» tiene amablemente para tí (para mí) el diferente. No se puede ser ácido, ni siquiera dulce, se «tiene» que ser como otros dicen, para ser aceptado en el mundo del engaño.

    Los «likes» ni construyen relaciones… porque hoy te puede gustar esto y mañana otra cosa… likes inconstantes…

    Cuántas cosas me pones a pensar QV. Después de todo sino diferentes, con algo común en el fondo… somos diferentes a lo que el mundo quisiera.

    Cuando empecé este «riesgo» el del blog (que para mi es un verdadero atrevimiento) dije en algún lado que no quería seguidores furtivos y aunque en un momento me sonó duro u odioso si se quiere, estuve satisfecha de haberlo dicho.

    La vida… la que quiero… es esa en donde puedo escribir (sin ataduras ni juicios) sobre lo que siento y pienso.

    Abrazo real QV.

    Le gusta a 1 persona

  2. Eso de raro…ser normal es algo que está sobrevalorado. Los hay que viven en manada con sus hábitos y costumbres y los hay contracorriente, sin duda esto cansa más pero joder que bien sienta. Yo no uso el espejo, gozo entre versos, me gustan mis tormentos, mis ansiedades y mi permanente nostalgia, porque eso es lo que soy. Primero lo asumí, luego lo acepté y ahora lo disfruto, no quiero ser otra cosa.

    Le gusta a 1 persona

  3. javidubois dijo:

    Hola Q.V.
    Te preguntarás qué clase de loco ha venido a recalar por aquí 🙂 Pero lo cierto es que todo lo que he leído hasta ahora me ha gustado mucho. Los que sabéis escribir y sois poetas, os duelen y afectan las mismas cosas que a los demás pero a diferencia de la inmensa mayoría, sabéis las palabras exactas y adecuadas. Salvando las distancias, Le pasa igual a mi madre con la colada, no sé cómo se las ingenia para que toda la ropa le quede ordenada y tendida al sol sobre cordeles. Son pentagramas perfectos. Yo más de sentir que de comprender. Ante un cuadro me las ingenio acercando y alejando la nariz del lienzo hasta dar con la visión del conjunto- mi propia interpretación – algo perecido me sucede con los versos.
    Siento una debilidad especial por la poesía; siempré pensé que además de leídos, los poemas como la música, están para ser escuchados. Desde hace un tiempo, recito y locuto (no soy un profesional) cualquier texto que por algún motivo me haya emocionado, y eso es lo que me ha sucedido al leer «la vida que quiero», no he podido resistirme a «verbalizarla» y grabar un audio.
    Me gustaría que lo oyeses y sin ningún compromiso me dieses tu opinión.
    Como no sé como enviártelo, te dejo mi correo: currymor@gmail.com
    Un saludo

    Le gusta a 1 persona

  4. segurata.26 dijo:

    No entiendo mucho d poesía pero algunas frases me han calado muy hondo xq he pasado x muchos infiernos, y es muy verdad q nada es gratis y q escojer 1 camino dinamita los demás. Me pasare mas veces xq me han molado cosas q he visto.

    Le gusta a 1 persona

Deja un comentario